Editorial

LAS DIFERENTES VÍAS QUE SE ABREN PARA GOBERNAR CIEZA

El Gobierno de coalición de Cieza entre PP y Vox se ha roto. Apenas ocho meses después de que se llevara a cabo la investidura de Tomás Rubio como regente de la localidad, el pacto de gobernabilidad se ha disuelto rápidamente, tal y como suele suceder con los matrimonios de conveniencia, donde abundan más las diferencias que los puntos en común. Y como suele pasar en estos casos, ambas partes se culpan mutuamente del trágico final. Los populares responsabilizan a sus socios alegando que éstos actuaban por su cuenta, sin rendirles cuentas de sus actuaciones; mientras que los ediles de Vox denuncian que los han ninguneado, que no les han dejado desarrollar su trabajo y que los han utilizado exclusivamente para llegar a la alcaldía.

El caso es que el nuevo panorama político que se cierne sobre Cieza es incierto y, lógicamente, negativo, puesto que la gobernabilidad se prevé insostenible.

Pueden abrirse varias vías en este sentido. Por un lado, que se haga una moción de censura para cambiar de Gobierno y que el socialista Pascual Lucas regrese a la alcaldía. Por otro, que PP y PSOE pacten una alternancia para ostentar el bastón de mando. Y, finalmente, que Tomás Rubio siga gobernando, pero en minoría. Y esta última es la opción por la que ha apostado el PP al desprenderse de sus socios, y también la más descabellada.

El movimiento realizado por los populares al quitarles las competencias a los concejales de Vox y apartarlos del Gobierno local podría deberse a su carencia de experiencia política o a un exceso de autoconfianza en sí mismos (y también de soberbia). Porque la realidad es que les va a resultar harto complicado gobernar y sacar adelante el presupuesto municipal. Si una formación política no puede realizar su propio presupuesto supone que no puede llevar a cabo su programa político. Y prorrogar el presupuesto anterior, como sucede actualmente, le impide llevar a cabo su línea política, ya que, en realidad, está desarrollando el programa de otro partido.

Si a esta grave circunstancia se le une el hecho de que el PP es la segunda fuerza más votada en los últimos comicios, y tal como alegó Tomás Rubio llegó a la alcaldía, merced a un pacto con Vox, para cumplir el mandato de la ciudadanía con la suma de los votos de ambas formaciones, al alcalde, para ser consecuente con su discurso de investidura, solo le queda una opción posible (y digna): dar un paso atrás y dejar gobernar al PSOE, que fue el partido más votado en las elecciones.